sábado, 25 de febrero de 2012

Capitulo 12.


Frente a nosotras se hallaba una puerta de roble de la cual colgaba una placa de un color verde muy oscuro, con letra blanca y una caligrafía preciosa en la que se podía leer:
“Alice Victoria Van Harse.
Valerie Amalia Van Harse
Cinthia Fátima Sparks.
Elisabetta Venere:”
Reconozco que me sentí fuera de lugar por el tonto hecho de que ellas tenían dos nombres y yo solo uno. Bah, tonterías.
Martha abrió la puerta, se despidió y entró en la habitación de al lado, la suya. Me hubiera gustado compartir habitación con ella, pero la idea de estar con Valerie no me desagradaba, y Cinthia me había caído muy bien. Y Alice... bueno, Alice era Alice.
Era mucho mas gran de lo que pensaba. Las camas eran grandes y mullidas, con colchas de color celeste y blanco. Los armarios eran de madera blanca, al igual que el escritorio y las sillas. El sofá parecía la mar de cómodo. Sentada sobre una cama, que tenía a sus pies un baúl blanco como en todas las demás, se encontraba Cinthia con el portátil sobre las piernas. Alice leía un libro sentada en el sofá. Y no había ni rastro de Valerie.
-          Hola- saludé con una sonrisa.
-          ¡Hola, Lisbeth!- me saludó con una sonrisa Cinthia- mira, esa es tu cama- señaló una cama, la más cercana a la gran ventana. Me gustó.
-          Ah, vale, gracias- me dirigí a la cama- ¿y mis maletas?
-          Ya las han subido y han guardado tu ropa- dijo despreocupadamente Cinthia- han dejado tu equipaje de mano en el baúl.
Abrí el baúl que llevaba mis iniciales en letras doradas, dentro había mi maletita de mano. La saqué y la coloqué sobre la cama. La abrí y comencé a colocar mis cosas en mi mesita de noche. Mi despertador con forma de rana, mi marco de fotos digital de pequeño tamaño, mi libretita… ¡¿Dónde estaba mi portátil?! ¡Mierda, mierda, mierda, mierda! Rebusqué aún mas por la maletita, ni rastro de él. Incluso miré dentro de mi neceser a sabiendas de que no cabía si quiera.
-          ¡Mierda!- gruñí.
-          ¿Qué pasa?
-          ¡Mi portátil! Me lo he dejado en casa…- me lamenté.
-          No pasa nada, llama para que te lo traigan- sonrió Cinthia- y mientras tanto puedes usar el mío.
-          Gracias, enserio.
Alice levantó un momento la vista de su libro pero enseguida la volvió a bajar. Me resultaba extraño que no hiciera ninguno de sus estúpidos comentarios o que no se estuviera quejando por alguna chorrada.
-          ¿Dónde esta el baño?- pregunté, no me había mirado en ningún espejo desde que habíamos llegado y de eso ya hacia horas.
-          Esa puerta, ah, por cierto- Cinthia señaló una puerta blanca- lo compartimos con las de la habitación 38.
-          Vale, 38, compartir- me dije mas para mi misma que para ella.
-          Un baño cada dos habitaciones- aclaró Cinthia.
Cogí mi neceser y entré en el baño. Era casi como la habitación de grande y estaba decorado con diversos pececitos de colores. Era divertido y alegre. Había un gran lavabo con un enorme espejo sobre él y cuatro aseos. Me recordó a los vestuarios de la piscina de natación, sobretodo su gran ducha con las ocho dependencias. Me miré en el espejo, tenía el cabello despeinado y la raya del ojo un poco corrida. La chaqueta de chándal estaba arrugada a causa de haber estado sentada durante un largo trayecto. Suspiré. Me daba rabia haber estado así en mi encuentro con Jack. Quería estar guapa, estar arreglada, cuando él me viera. Saqué el cepillo y comencé a desenredarme la melena, que caía, cual cascada, sobre mi espalda con sus múltiples ondas. Me hice un moño alto de bailarina y me limpie el resto de maquillaje con una toallita. A través del espejo vi como una chica, oculta tras varias toallas, entraba en el baño. Solo se veía su cuerpo menudo y sus trenzas rubias. Sin ver su rostro supe que era Wendy.
-          ¡Hola, Wendy!- saludé.
-          ¡Hola!- Wendy dejó las toallas sobre un armario- ¡no me digas que eres una de las de la 37!
37, 38… debía de referirse a las habitaciones.
-          Sí, ¿estás en la 38?
-          Ajá, con Greta y Martha- abrió una puerta y metió dentro las toallas- y con Helena.
-          ¿Helena?
-          Sí, es la prima de Martha- dijo Wendy mientras cerraba la puerta del armario.
Asentí. Me acerqué a la papelera y tiré la toallita usada.
-          ¿Te vas a duchar?- me dijo Wen, mientras se quitaba los calcetines- si es así ¡me pido elegir sintonía!
-          ¿Sintonía?
-          Sí, la ducha tiene radio- me aclaró Wen- y también se puede conectar el Ipod o Mp3.
-          Ah, que guay- sonreí- pero no, me duchare por la noche, después de cenar.
-          No te lo aconsejo, a no ser que te guste ducharte con agua helada.
Mire interrogativa a Wendy, que se disponía a deshacerse las trenzas y quitarse los pendientes.
-          Quitan el agua caliente después de cenar, es su manera de asegurarse de que seguimos las normas- dejó las gomas sobre una cajonera blanca en la que con letras rojas se leía “Wendy”- después de las diez, agua congelada, solo apta para valientes.
Me acerqué curiosa a la cajonera de colores. También había una con mi nombre.
-          Es para dejar dentro tus cosas, ya sabes, peine, maquillaje y demás- Wendy se quitó la falda.
-          Pensándolo mejor me ducho ahora, el agua helada será todo lo buena para la circulación que tu quieras pero la prefiero calentita, la verdad.
Wendy me sonrió y se terminó de desnudar.
* * *
Yo: ¡Es enorme! Y esta chulísimo, pero te hecho de menos.
Cris: Me alegro de que te guste J Yo también te hecho de menos L
Yo: Iré algún fin de semana a casa, no me pueden obligar a quedarme aquí los 365 días del año.
Cris: Y si lo hacen, sabes que estoy dispuesta a secuestrarte ;)
Yo: jajajaa no es tan mala idea.
Cris: ¿Y qué? ¿Hay mucho tío bueno?
Yo: Por lo que he visto hasta ahora bastante jaja
Cris: Pues ya sabes, pillina ;)
Yo: ¿y tu que? Mañana empiezas… le volverás a ver.
Cris: Sí, y él vera lo feliz que estoy y lo bien que me las arreglo sin él.
-          ¡Lisbeth! ¡Hay que ir a cenar!- dijo Valerie.
Yo: Cris, lo siento, me tengo que ir. Ya hablamos, te amo♥
Cerré la pantalla del portátil de Cinthia y  lo dejé sobre la mesita. Me puse en pie.
-          Alice y Cin ya han bajado, venga vamos, tardona- me dijo mi hermanastra- no querrás comerte la cena fría.
-          No, claro que no- dije, salimos de la habitación- Valerie…
-          ¿Hmmm?
-          ¿Lo de mañana sigue en pie?
-          ¡Tss! Claro, pero no digas nada- Valerie me hizo callar chistándome mientras colocaba su dedo índice sobre sus gruesos y rosados labios.
-          Vale, vale- dije- después de clase en el armario de… ¿Dónde era?
-          De la salita del tercer piso- Valerie puso los ojos en blanco.
-          ¿Qué? Tengo memoria de pez.
Valerie comenzó a reír mientras entrabamos en el gran comedor. Nos sentamos junto a Alice, Cinthia y tres chicos (que no tenían desperdicio alguno) que yo no conocía.
Minutos después, llegó Daniel y tomó asiento a mi lado. No vi a Jack por ningún lado.
* * *
No podía dejar de dar vueltas en la cama. Me era extraña, desconocida. Sus frías sabanas se enrollaban en mis tobillos y la luz de la luna se colaba por la ventana que estaba justo a mi lado. Siempre me había costado dormir en casa ajena, y el Buchiller no iba a ser la excepción. Ya me acabaría acostumbrando. Miré el reloj de mi mesita, marcaba las 3:47. Genial, mañana tendría ojeras. Nada mejor para empezar un primer día de clases ¿verdad?
Me levanté y cogí una chaquetita del armario, sin pensármelo dos veces salí de puntillas y sin hacer ruido de la habitación. No esperaba encontrarme con nadie a esas horas por los oscuros y largos pasillos del Buchiller, así que no me importaba llevar puesto mi pantalón de pijama blanco con manchas de vaca. Bajé por la gran escalinata y salí por la puerta, me sorprendió no verla cerrada. Arrugue los dedos de los pies al notar bajo mis descalzas plantas el rocío en la hierba. Debía haberme calzado, pero no iba a subir de nuevo a la habitación, a riesgo de despertar a alguna de mis compañeras. Así que descalza y con mi pijama de vaquitas fui directa al bosque. En un acto reflejo, sin pensármelo dos veces, como en un impulso sentí la necesidad de ir hacia allí. Ya de lejos vislumbré una sombra junto al arroyo, cerca del puente. No quería que me descubrieran, no tenía la certeza de que fuera contra las normas, pero lo mas seguro era que así fuera, así que me escondí detrás de unos matorrales. Vi como la sombra cargaba unas rocas y las ataba a una cuerda. No podía verlo bien a pesar de que mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad de la noche, así que me acerque aun mas. Pise una rama y la partí por la mitad. Mierda. Pero la sombra no parecía darse cuenta, seguí caminando, acercándome un poco mas y me escondí tras el enorme tronco de un olmo. Era un chico. De amplias espaldas y pelo espeso, rubio. Se anudó la cuerda al tobillo y acto seguido lanzó la gran roca al arroyo. El chico me miró con sus dorados ojos antes de arrojarse al arroyo, tras la roca. Pretendía.. pretendía.. ahogarse. Ahogué un grito antes de comenzar a correr hacia el arroyo, sin pensármelo dos veces me sumergí en él. Me sorprendió su gran profundidad, tal vez aquellas aguas tuvieran mas de lago o laguna que de arroyo. El agua nunca me había escocido ni molestado en los ojos, desde pequeña había buceado sin gafas de bucear. Noté como las aguas nadaban en contra mía mientras me sumergía mas y mas en sus profundidades. Nadé con todas mis fuerzas y mas rápido de lo que nunca lo había hecho, ni siquiera había nadado con tanto ímpetu cuando gané el campeonato de natación. Lo que me motivaba a no sentir siquiera el esfuerzo, a no conocer el cansancio ni el dolor en las piernas, era mas fuerte que las ganas  de ganar, de ser la mejor en un deporte que me gustaba. Era una fuerza mayor. Porque en el fondo de mi ser sabía que aquella sombra, que aquel muchacho, era Jack. Mi Jack. Comenzaba a quedarme sin aire cuando lo vislumbré hundiéndose hacia el fondo, hice ainco de mis fuerzas y nadé aun mas deprisa, si eso era posible. Lo alcancé y lo abracé, reteniéndole junto a mí. La piedra nos arrastró a los dos hacia la oscuridad. La vista se me comenzaba a nublar y los pulmones a hinchárseme pero no le iba a abandonar allí. Desaté su tobillo y lo agarré arrastrándolo hacia arriba, hacia la luz parpadeante de las estrellas. Pero la salida de aquel infierno acuoso parecía no tener fin, me ahogaba en mi propia garganta y cada vez el cuerpo inerte de Jack me pesaba mas y mas. Hice acopio de mis fuerzas y agité los pies con energía. Pero la luz seguía estando muy lejos.
Pegué una grandísima bocanada de aire cuando por fin saqué la cabeza de entre las aguas del arroyo, arrastré a Jack hacia la orilla, sacando fuerzas de donde ya no me quedaban. Lo saqué afuera, me situé junto a él. Apoyé la cabeza sobre su pecho. Su corazón no parecía latir. Le llevé los dedos al cuello. No tenia pulsación. Me negaba a creer que hubiera muerto, que se hubiera suicidado. Presioné su tórax, cogí aire, y se lo introduje en la boca, practicándole un boca-boca improvisado. Tenía los labios mojados, sensuales. Hubiera dado lo que fuera por que me besara con ellos, pero ahora no era momento de pensar en ello. Volví a presionar su tenso y liso pecho. El alivió se apoderó de mi rostro al ver escupía agua y daba una gran bocanada de aire. Entreabrió los ojos, pero enseguida los volvió a cerrar.
-          ¡Oh, Jack! ¡Por favor! ¡Despierta, por favor! ¡No te mueras!- exclamé.
Desee con todas mis fuerzas que abriera sus grandes y dorados ojos, ver de nuevo su atlético torso subir y bajar por los imperceptibles latidos de su corazón. Pero no, nada de eso ocurrió. Tosió y tosió pero no volvió en sí.
Le abracé y comencé a llorar, a llorar de pura impotencia. Si me hubiera acercado antes, si hubiera evitado que se hubiera intentado suicidar ahora no estaría muerto. O apunto de estarlo.
-          ¡Jack! ¡Por favor!-gimoteé.
Abracé su cuerpo mojado. Tenía la fina camiseta blanca ahogada en agua y pegada a su piel, dejando paso a la imaginación de su tableta de chocolate. Me aferré a él.
-          Jack…-murmuré en un último aliento de esperanza.
Cerré los ojos, negando la realidad. Ya ni tosía, ya ni siquiera tenia atisbos de esperanza en su pulso. Nos dejamos atrapar por la oscuridad de la noche.
-          Elisabetta…
Su voz alteró mi corazón, haciéndome volver en mi. ¿Cómo era posible? Él.. él… estaba muerto ¿no?
-          Mi Elisabetta…- deliró Jack- quiero morir… déjame morir…
-          ¡¿Qué?! ¡No digas eso! ¡No puedes morir!- zarandeé su cuerpo.
-          No puedo vivir… no quiero… no quiero volver  a pasar por lo mismo.
-          ¿De que hablas?
-          No quiero… volver a ser la causa de tu muerte…
No entendía nada. Jack estaba delirando eso estaba claro. Las personas tras pasar una experiencia cercana a la muerte deliraban ¿no? Porque lo que decía no tenía ningún sentido… a pesar de que mi corazón me dijera lo contrario.
-          Jack, por favor…
-          Perdóname, por favor, perdóname el haber sido el culpable de tu muerte…
-          No estoy muerta, Jack, no eres el culpable de nada.
-          Pero lo estuviste.
-          ¿Qué?
-          Cuando tu eras Carolina y yo Henry…
Abrí los ojos de par en par. Henry. Ese nombre… ese nombre me sonaba de algo.
-          Cuando no llegaste a cumplir tu destino porque decidiste estar conmigo… por mi culpa… por mi culpa arruinaste tu vida, por mi culpa moriste antes de llevar acabo tu sino…
-          Jack, por favor, basta, son todo imaginaciones tuyas, yo nunca he sido ninguna Carolina, mi nombre es Elisabetta y tu eres Jack solo Jack, nunca me has arruinado la vida, nunca me has llevado a la muerte.
Jack abrió los ojos de par en par y pareció volver en sí. Se medio incorporó apoyando los codos.
-          Lis… ¿Qué haces aquí?
Por fin era él de nuevo. Lo abracé sin pensármelo dos veces.
-          ¡Oh, Jack! ¡Eres tu!
-          Claro que soy yo, ¿Quién si no?
Me refugié en su abrazo.
-          ¿Estas bien? ¿Puedes respirar con normalidad? Sera mejor que vayamos a un hospital..  o al menos a la enfermería. ¡Me alegro tanto de que no estes muerto! Venga vamos, al hospital.. si.. será lo mejor…- comencé a hablar sin parar de lo nerviosa que estaba, apenas respiré entre palabra y palabra.
-          Calma, chica, calma, estoy bien, no moriré.
-          ¡Pero has estado apunto!
-          Pero no lo he hecho- sus ojos mostraron un atisbo de decepción.
-          Jack… ¿Por qué quieres morir?
-          Porque es la segunda cosa que no puedo tener en el mundo.
Le miré, confundida.
-          No puedo morir, al igual que jamás podre estar contigo.
-          ¿Por qué?
-          Porque no es nuestro destino.
-          Te dije que no creía en el destino.
Jack sonrió.
-          Sera mejor que nos vayamos, empieza a hacer frio y estamos empapados, no creo que quieras pillar una pulmonía.- Jack se puso en pie.
Me tendió la mano, se la acepte y en un visto y no visto me encontré junto a él.
Me abrazó por la cintura y yo sentí que me derretía, a pesar del frio que tenía.

6 comentarios:

  1. ay!!!!! es tan bonitoo!!! jack es tan mono, eso de carolina y henry... es interesante jajjaja haber que pasaraa espero el sigiente con mucha intriga, sigue asi y mucha suerte
    un besitoo :3

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    1. jajajaja me alegra tanto de que te gustee(: Dentro de poco subire el siguiente, ya que hasta el dia 6 no podre subir por los examenes finales;$

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  2. Me encanta es genial y tan bonito el final!!!Jack como siempre tan mono y me encanta esa historia de Carolina y Henry ;)es genial la historia, me encanta el capi espero el siguiente a y una cosa mas esta historia engancha un beso quiero el siguiente;d

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  3. aiiiiix, me encantaaa!
    i el es henry?? k guaaaaay!! i por k la mato antes!! que intrigaaa!!
    siguienteee pronto porfaaa!! :D

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  4. me encantaaa!!me he enganzado a esta historiaa xD
    me encantaa

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  5. Ains, me alegra tanto que os guste^^
    Un beso a todas♥

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