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Después de darme cuenta de que no podía
ir en contra de lo que sentía, subí corriendo a buscarte, pero no estabas en tu
habitación… pasaron dos días y no aparecías, aunque nadie le dio mucha importancia,
pues el tema de Greta nos traía a todos de cabeza, pensaban que si no habías
ido a dormir es porque estarías en la habitación de alguien o que si no bajabas
a cenar era porque no tenias apetito. Pero yo ya no aguantaba mas las ganas de
verte, así que use una especie de localizador natural pero no te encontró…
entonces supe que estabas aquí- al ver mi cara de desconcierto Jack, añadió:-
el único lugar que no puede ser localizado es la Torre Del Gran Maestre.
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¿Qué es este lugar, Jack?
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No… no estoy seguro- dijo, agachando la
cabeza un poco avergonzado- solo sé que tu padre vivió aquí.
Los ojos se me iban a
salir de las orbitas. ¿Mi padre? ¿Allí?
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¿Recuerdas como llegaste aquí?
Tardé unos segundos en
contestar; segundos que parecieron hacérseles eternos a Jack.
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Fui a ver a Dereck, entré en su
habitación y… no sé, tengo esa parte borrosa, creo que tropecé y me di un buen
golpe en la cabeza- tragué saliva- cuando desperté estaba aquí.
Jack se quedó asimilando
lo que le acababa de contar. Se levantó y se acercó a mi derecha, observó
fijamente el borde de la pared.
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Mira, Lis, estas marcas…
Me levanté y observé
intrigada lo que a él le llamaba tanto la atención. Eran unas marcas tribales,
con formas arredondeadas, algunas se asemejaban a una serpiente enrollada o la
cascara de un caracol, otras eran como tridentes o simples garabatos grabados
en la pared. Me resultaban vagamente familiares. Jack sacó unos papeles que
estaban doblados del bolsillo trasero de su pantalón. Desplegó el papel
arrugado ante él. Tenía el papel ante sus ojos y lo observaba atentamente.
Me fije en él. En la
fina curva que dibujaban sus labios cada vez que se le pasaba alguna brillante
idea por la cabeza; como entrecerraba sus grandes ojos para concentrarse mejor;
como el suave viento que entraba por la pequeña ventana hacia remover sus
rizos; como levantó una ceja al ver que me había quedado embobada observándole.
Me reí.
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Si me miras no me puedo concentrar.
Seguí mirándolo.
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Al diablo- dijo mientras tiraba los
papeles al suelo.
Me cogió de la muñeca,
acercándome a él y me besó.
*
* *
-
En el banco de pared, en la habitación
donde mi madre se cambiaba- dije.
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¿Estás segura de que los vistes ahí?
Asentí.
Jack puso al lado de un
símbolo la hoja que sostenía en la mano.
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Es casi idéntico- murmuré.
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Ese “casi” es el que marca la
diferencia- dijo Jack- este símbolo- señaló con la barbilla el papel- es el
emblema de los Capa Dorada, y este otro.. este otro no tengo ni idea de que es.
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¿Los Capa Dorada?
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Si, es como una organización, ya te
hablare de ellos, ahora hay que darse prisa, anda, pásame esos papeles de ahí.
Le acerqué unas cuantas
hojas en blanco. Jack las puso sobre la pared grabada y paso por encima un
carboncillo, haciendo que las marcas se quedaran grabadas en el papel.
Se oyeron unos pasos.
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Tenemos que salir de aquí.
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¿Cómo? No podemos salir, alguien se
acerca- dije.
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Corre, ponte de nuevo los grilletes y hazte
la dormida ¡Corre!- dijo Jack mientras guardaba a toda prisa los papeles en su
bolsillo y su tersa tez se volvía arrugada y pálida.
Hice lo que me decía.
Corrí hacia donde estaban las cadenas y las volví a posar alrededor de mis
muñecas. Cerré los ojos e intenté controlar mi respiración.
Oí el chirrido que
producía la pesada puerta al abrirse. Tuve la tentación de abrir un poco los
ojos para ver que sucedía pero me contuve. Oí un golpe seco, como si hubieran
golpeado a alguien con un bastón o un trozo de madera. Oh, no, Jack.
Abrí los ojos. Jack
forcejeaba con un hombre vestido de negro que llevaba una media capa dorada
colgando de su fuerte y varonil cuello. Le hombre murmuró algo y Jack se
desplomó contra una pared, empujado por una fuerza invisible. No aguanté mas.
Me deshice con gran velocidad de los grilletes y miré con furia a aquel hombre
que acababa de posar su oscura mirada sobre mí. Deseé con todo mi ser que
recibiera mucho mas daño que el que acababa de recibir Jack. De repente, algo
hizo sacudir mi pecho de golpe, con fuerza, hacia arriba. Después, lo único que
recuerdo era una luz cegadora y el grito ahogado de mi nombre.