domingo, 4 de marzo de 2012

Capitulo 14.

Le decían la Gringh y cuando la vi supe porque: un sedoso mechón verde caía sobre su mejilla, entre una mata negra de pelo. No era muy vieja, de la treintena, supongo, y con nariz aguileña. Sí, esa clase de nariz que en los chicos hace que te derritas, pero que en las chicas queda la mar de mal. Sus ojos eran verdes, cual esmeralda, al igual que el gracioso mechón de su pelo. Vestía completamente de negro, con pantalones bombachos y camiseta holgada. Y a pesar de todo ello no se podía decir que fuera fea. Pulsó un botón rojo, y en la pizarra electrónica apareció “El Beso” de Klimt. Conocía bien ese cuadro, mi madre, Julia y Cris eran unas enamoradas de él, pero a mi no me gustaba. No es que fuera feo, era solo que no me llegaba.
-          El trabajo de esta semana consistirá en dibujar un beso- empezó la Grinch, moviéndose con su cuerpo menudo por toda la clase- pero no cualquier beso, si no “EL BESO”. El beso que sería perfecto para vosotros.
Mis compañeros comenzaron a sacar pinceles y pinturas de una cajonera, hice lo mismo. En mi mano sostenía un pincel, bañado en pintura negra, pero no sabía ni por donde empezar el lienzo. La Grinch se acercó a mí, por un momento me pareció ver a un gracioso duende en vez de a mi profesora de arte.
-          ¿Qué pasa, señorita Venere? Comience, venga- me dijo- hay que entregarlo antes del lunes que viene.
Fruncí los labios.
-          Es que… no se qué dibujar.
-          Inspírate en algo o alguien, siempre funciona.
Y como había venido se fue, con su gracioso andar.
Removí nerviosa el collar de hadita que colgaba de mi cuello. Lo enrollé en un dedo y lo desenrolle varias veces. Inspirarme, concentración… no podía. En menos de dos días mi vida había cambiado totalmente. Y luego estaba Jack. No lo había visto en las tres horas que llevábamos ya de clases (nada fuera de lo normal, solo biología, matemáticas y arte, ni rastro de las clases mágicas a las que había hecho referencia Valerie) y necesitaba hablar con él, preguntarle que era aquello de Henry y Carolina, o mas bien, quién era esa tal Carolina, porque estaba claro que Henry era él, él 500 años mas joven. Me imaginaba a Carolina con el pelo largo, ondulado, castaño y de ojos claros, con boquita de piñón, algo parecida a mí, ya que Jack la había confundido conmigo. Y en el estado que se encontraba no me sorprendía que la hubiera confundido conmigo, puesto que yo en su lugar seguramente hubiera hecho lo mismo. Pero no solo era el intento de suicidio de Jack lo que me impedía concentrarme en clase, también estaba la conversación que había escuchado entre la directora Cornelia y Richard, mi padrastro. Ella había dicho que no se preocupara, que solo era una alumna corriente, del montón bajo, que no era “ella”. Ya me encargaría mas delante de demostrarle que no era del montón bajo, ahora, lo importante era averiguar quién no era yo y que era eso de la hermana. Puesto que ella había dicho algo como: “Se reconocer a una hermana”.
-          ¡Lisbeth!- Valerie me removió el hombro.
-          ¿Eh? ¡Oh!- exclamé.
Tan ensimismada estaba que al apoyar mi mejilla sobre mi puño cerrado no me había dado cuenta de que sostenía el pincel en aquella mano, entre los nudillos, como se sostienen unos palillos chinos, y ahora tenía una mancha negra sobre mi mejilla.
-          ¿De quien te has enamorado, hermanita?- me preguntó con sorna Valerie- una no se queda tan pensativa a no ser que ya haya fichado a uno- me guiñó un ojo.
Saqué un espejito pequeño, de esos de mano, que siempre guardaba en mi mochila (por si las moscas) y observé mi reflejo en él. Me había hecho una coleta de caballo, para evitar que el cabello se me llenará de pintura, aunque algunos mechones se me escapan traviesos de la goma. Ahí estaba, en mi mejilla derecha: una mancha como la huella de un pulgar de grande de un negro azabache. Fruncí los labios.
-          ¿Es Dereck a que sí?- dijo Valerie, retomando su teoría de mi enamoramiento- si ya había visto yo las miraditas que te hecha en el comedor.
¿Dereck? ¿Quién era ese?
Sonó el timbre y tapé mi lienzo de un blanco impoluto, con una sabana amarronada. Ya lo dibujaría el próximo día, si se me ocurría que hacer, claro. La mayoría de los alumnos salieron, tras ordenar y poner en remojo los pinceles que habían utilizado, cosa anómala en mi antiguo instituto.
-          Venga, Lis, vamos al baño a lavarte la cara- Valerie se colgó su mochila del hombro- no querrás cruzarte con Dereck teniendo esa mancha ahí ¿verdad?
-          Valerie, ni siquiera se quien es Dereck- puse los ojos en blanco, cogí mi mochila y salimos del aula.
-          ¡Eso no te lo crees ni tu!- rió Valerie, negué con la cabeza por lo que ella añadió- Es el pivonazo de ojos azules y pelo marrón, el que se sienta enfrente tuya, tonti ¿Cómo es posible que no te hayas fijado?
Ah, ese, ya tenía una idea de quien era. Era cinturón negro y capitán del equipo de karate y artes marciales. De ojos azules y cabello marrón como había dicho Valerie. Y como también había dicho mi hermanastra, era todo un pivonazo. Aunque en el Buchiller casi todos estaban bastante bien, así que la cosa tampoco tenía mucho merito, la verdad.
Giramos una esquina y nos adentramos en los baños comunes, esos que se intercalaban entre muchísimas aulas, y mas aulas. Me metí en una cabina, cogí un poco de papel higiénico y lo empapé con agua. Froté suevamente sobre mi mejilla. Valerie se sentó sobre el lavabo y comenzó a zarandear las piernas mientras tecleaba algo en su blackberry.
-          Me ha dicho Cinthia, que le ha dicho Wendy que su hermano, Francis, le ha contado que Dereck le ha dicho que le parecías mona.
-          ¿Qué te ha dicho Cinthia que Wendy le ha contado qué?
-          Nada, en resumen: que a Dereck le molas- Valerie se puso un mechón negro tras la oreja y guardó la balckberry en un bolsillo de su cazadora.
-          Ha dicho que era mona, nada mas- seguí frotando, sin éxito, sobre mi mejilla- eso no quiero decir que le mole.
-          ¡Has prestado atención a lo que te he dicho!- gritó Valerie- ¿Lo ves? ¡Te mola! Si no hubieras hecho caso omiso a lo de “mona”- rió mi hermanastra mientras se retocaba sus jugosos labios con un gloss.
En vez de desparecer la mancha parecía expandirse sobre mi marfileña piel.
-          No se va… bfff…- me lamenté.
Valerie sacó un neceser minúsculo rosa con puntitos blancos. Guardó dentro su gloss y sacó un botecito pequeño con liquido dentro, colonia, supongo. Sonreí al ver el cursi neceser de mi hermanastra que siempre llevaba en la mochila. En mi antiguo instituto nadie llevaba neceseres con maquillaje y demás en la mochila, como mucho en la taquilla o en el vestuario después de hacer educación física.
-          Anda, ven- Valerie cogió un trozo de papel higiénico y echó en él la colonia- el alcohol va de maravilla para las manchas de pintura o permanente.
Se acercó a mí y frotó con sumo cuidado el trozo de papel contra mi mejilla. La mancha comenzó a desaparecer poco a poco.
-          Y hablando de enamoramientos- comencé- ¿Qué es eso que dicen por ahí de ti y Jack?- le solté.
No había encontrado ningún momento mejor para preguntárselo, y ya no aguanta mas. La duda comenzaba a reconcomerme por dentro.
Valerie se puso tensa por un segundo y se desvió de la mancha, frotándome sin querer cerca del ojo. En cuanto se dio cuenta, murmuró un “lo siento” y se concentró de nuevo en la manchita.
-          ¿Entre Jack y yo dices?- dijo Valerie- no hay nada entre nosotros.
-          ¿Pero hubo?- indagué.
La mancha ya había desaparecido por completo, le sonreí a Valerie y le di las gracias, expectante a esperas de su respuesta.
-          Oh, fue una minucia, una tontería sin sentido- dijo Valerie- nada importante.
Parecía que no quería hablar del tema. Me lavé la cara con abundante agua y me la sequé con la toalla que me ofreció Valerie. ¿De donde había sacado una toalla? Se la devolví y al ver que la guardaba en su neceser no pude evitar esbozar una sonrisa.
-          Es mono, pero sois primos…- murmuré.
-          Técnicamente no somos primos- dijo- solo que pertenecemos a la misma rama.
Me quité la coleta, dejando caer mis ondas sobre mi espalda, y me acomodé el pelo, sacudiéndolo para darle volumen.
-          Ams… ¿entonces podrías casarte con él?
-          Ante la ley de los humanos no, pero ante las nuestras si- dijo Valerie- además, ya estamos casados.
Un mini infarto sacudió mi corazón.
-          No pongas esa cara, fue cuando teníamos siete años y los anillos de compromiso eran de chuchería- rió Valerie- y acabamos divorciándonos porque se enfadó conmigo por comerme mi anillo antes de que finalizara la ceremonia- una mirada de nostalgia ¿o era arrepentimiento? Se formó en sus ojos.
No pude disimular mi cara de alivio.
Salimos del baño y giramos a la derecha, camino de un jardín andaluz, de esos que están en el interior de los edificios. Después de las tres primeras clases teníamos un descanso, en el que podíamos hacer lo que quisiéramos. Entramos en el jardín interior, en un banco, a lo lejos, vimos sentados a Wendy, Francis y Dereck. Wendy nos hizo una seña para que nos acercáramos a lo que Valerie respondió con una sonrisa. A través de una ventana que estaba enfrente de otra ventana que daba al jardín exterior vislumbre una sombra. Jack. Era él. ¿Qué hacía corriendo de nuevo hacia el bosque? ¿Y si pretendía de nuevo..? ¡NO! No iba a permitir que se intentara suicidar de nuevo. Tartamudeé una escusa a Valerie, diciéndole que se me había olvidado algo.
-          Pero, Lisbeth, puedes ir lue…- dijo Valerie, no alcancé a escuchar el final de su frase.
Vi de soslayo como mi hermanastra tomaba asiento con nuestros amigos y en cuanto yo ya no era visible para ellos eche a correr, dirección al bosque.
El Sol dañaba mis ojos y se reflejaba en las tranquilas aguas del arroyo. Oí un gruñido. ¿Había animales en el bosque? Sin pensármelo dos veces, crucé el puente, traspasando L’Arbolada. Nunca había estado en aquella parte del bosque, sin embargo mis piernas se movían solas a una velocidad de vértigo. Oí respiraciones fuertes, detrás de unos altísimos arboles. Un gemido, otro gruñido. ¿Qué estaba pasando? Me acerqué sin temer ser descubierta, y asomé mi cabeza por el lateral del tronco de un altísimo árbol.
-          ¡Alejate de ella!- gritó Daniel.
-          ¡Lo intento!- respondió Jack mientras esquivaba el puño de mi hermanastro.
Daniel alzó su puño y apuntó a la cara de Jack, este paró el golpe poniendo su mano sobre la de Daniel, pero no pudo anteponerse a la patada que mi hermanastro le propinó en la espinilla.
-          ¡Deseas su muerte! ¡No me lo niegues, bastardo!- la voz de Daniel estaba cargada de odio- ¡Por tu culpa murió! ¡Tú la mataste!
Vi la tristeza en el atractivo rostro de Jack. Hundió los hombros y ni siquiera se molestó en esquivar el gancho de Daniel, que fue a parar directo a su estomago. Jack no se defendía, es más, parecía querer que Daniel le pegara. Después de unas cuantas patadas y puñetazos y otra tanda de insultos por parte de Daniel no pude aguantarme mas y me deje ver. Me planté frente a ellos.
-          ¡Daniel! ¡Basta!- grité.
Ninguno de los dos pareció oírme, y mucho menos percatarse de mi presencia.
-          ¡Vamos, más, pégame más, hermano!- le incitó Jack- ¿A qué esperas? ¡Sabes que me lo merezco!
-          ¡No me digas hermano! Hace mucho que dejamos de serlo.
El puñetazo de Daniel hizo que Jack se tambaleara y perdiera el norte por unos segundos.
-          ¡Daniel! ¡Jack! ¡Parar!- grité mientras agarraba a Daniel por el brazo.
Por fin los dos parecieron darse cuenta de mi existencia.
Jack evitó mi mirada, mientras que la mirada de Daniel solo mostraba rabia.
-          ¡¿Pero qué coño hacéis?!- grité mientras no podía dejar de mirar con odio a Daniel- ¡¿Estáis locos o que?! ¡Joder!
Jack agachó la cabeza, pero por un segundo por fin me miró a los ojos. Sentí un escalofrió en la columna vertebral. Daniel pareció percatarse de lo que sentía cuando Jack me miraba, pues tensó la mandíbula. Me apartó con cuidado y alzó de nuevo sus puños, abalanzándose sobre Jack y tirándolo al suelo. Se colocó sobre él, y comenzó a machacarle la cara sin parar, una y otra vez. Jack ni se movía. ¿Por qué se dejaba pegar de esa manera? Había visto su fuerte cuerpo, podría defenderse perfectamente de los golpes de Daniel.
-          ¡Daniel! ¡Para!- observé con horror la escena- ¡Por favor!
Pero Daniel parecía ciego por la ira, por el odio, por la rabia. Sin pensármelo dos veces me abalancé sobre su espalda, intentado agarrarle uno de sus brazos, para que parara.
-          ¡Para!
Como si no estuviera, Daniel siguió pegando tremenda paliza a Jack. Le agarré por el cuello y le sacudí. Lo único que conseguí fue llevarme un codazo en toda la boca. Fue tan fuerte el golpe que me caí de espaldas, sobre la hierba. Me retumbaba la cabeza y la vista se me tornó nublosa. Solo veía sombras. Me dolía horrores la boca. Pero aún me dolía mas el saber que no podía hacer nada para evitar que mataran a Jack. Porque de haber podido morir, con tremendos golpes, ya lo habría hecho.
Me encogí en el suelo y cerré los ojos. A pesar del sol que resplandecía en el cielo, la oscuridad se abalanzo hacia mi con tal velocidad que ya no sabía si estaba consciente o inconsciente. Las sombras se difuminaron ante mí, y con ellas, el recuerdo de Jack. 

2 comentarios:

  1. Como mola es estupendo Mia me encanta el capi;)Mola el principio con lo de la clase de arte y eso de la pelea de Daniel y Jack a estado muy bien aunque pobre Jack ;)un beso me encanta la historia eres genial escribiendo ^-*

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  2. me encantaa!! sobre todo la parte de la peleaa, que monos los dos peleandose por ella!
    me encantaa como escribees! siguiente pronto porfavorr!!;)

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