domingo, 8 de enero de 2012

Capitulo 3.

Sobre mi larga cabellera marrón llevaba un sobrero de época de hombre. Al probarme una chaqueta de gánster multiraya gris oí una carcajada.
Mie por el espejo hacia la muerta y le vi. Un chico alto, de cabello rubio pro las orejas, con mechones que caía desordenadamente sobre su frente dándole un encanto irresistible. Y de ojos negros con destellos dorados, o mejor dicho, dorados con pequeñas cenefas negras. Su cuerpo se entrecortaba por la puerta, así que no lo pude ver bien a través del espejo. Me gire.
-          ¡Eh! ¿Qué hace ahí?- dije, esperando que el muchacho, arrepentido y cobarde por espiarme, se largara.
Pero no, no parecía ser de esos chicos. Abrió la puerta con una sonrisa dibujada en su hermoso rostro.
-          ¿No eres un poco mayorcita para jugar a los disfraces?- se burló.
Refunfuñé, lanzándole una mirada asesina. Él se rió. Estaba claro que le gustaba ver a las chicas enfurecida.
Me quité la chaqueta de gánster y fui directa a la puerta, se la tiré a él e intente salir pero la voz de Morgan junto con la de un hombre vestido con traje, que enseguida reconocí como John Gals, el propietario de toda la franquicia de tiendas, hizo que volviera a entrar corriendo, cerrando la puerta tras de mí con un rápido movimiento. Si Morgan me pillaba donde no debía estar, y más en un pequeño cuarto con un chico, cuando se lo contará a mi madre se me caería el pelo, pero si encima iba acompañada por John Gals, incluso llamarían a la policía, ese hombre estaba obsesionado con que intentaran copiar los modelos que él vendía, tanto es así, que a una de sus empleadas, por encontrarla en un lugar que no era el que le había asignado, fue despedida y desapareció del país.
-          Ya decía yo que no te podías resistir a estar lejos de mí.
-          Yo que tu cerraba el pico, si no quieres que nos arresten- conociendo a John Gals, eso sería solo el comienzo. A ese hombre de verdad se le iba la pinza.
Oí las voces, tras la puerta, unos pasos, que se acercaban a donde estábamos. El chico abrió la boca para decir algo, pero yo fui mas rápida, y se la tape con la mano. La puerta se medio abrió un poco, oí la seseante voz de John Gals y después como la puerta se cerraba con llave. Por fin respiré cuando los pasos de estos ya no eran audibles.
-          Podrías haberme callado con un beso en vez de con la mano- dijo el chico cuando baje la mano de sus labios.
-          No tengo por costumbre besarme con imbéciles, lo siento- dije resuelta, acercándome a la puerta para abrirla.
Estaba cerrada con llave.
Maldije por lo bajo. Él se acercó e intentó abrir la puerta.
Mierda. Ahora ya no podía fingir que simplemente estaba atascada, ahora ya no podría concentrarme y ordenar a la puerta que se abriera sin ser descubierta por el chico.
-          Bff..- bufé.
-          Por lo visto tendremos que pasar unas cuantas horas juntitos- dijo el rubio chico comprobando de nuevo la puerta. Asentí y me senté lo mas alejada de él, ¿Por qué tenía que ser tan pequeña esa sala?- tranquila que no muerdo- se jactó el chico.
Puse los ojos en blanco y pasé de contestar. Tal vez si lo ignoraba podría hacer como que no estaba allí.
* * *
Cogó otra patata que no tardé en llevarme a la boca.
-          Yo le hubiera pedido el móvil, o al menos el facebook.
-          Te aseguro que si hubieras estado allí no lo abrías echo- me pasé un mechón por detrás de la oreja- ¡era insoportable!
-          Dirás, irresistiblemente insoportable.
Aún daba gracias por haber podido salir de esa sala sin ser pillada. Solo había bastado escuchar unas cuantas estupideces más de ese chico rubio para levantarme de un salto hacia la puerta, desear que se abriera, y fingir que ya no estaba cerrada con llave. El chico ni siquiera se había dado cuenta de que había utilizado la magia, estaba demasiado ocupado mirándome el culo o contemplando su atlético cuerpo en el espejo. Dios, se creía un adonis ¿o que? Vale, si, era arrebatadora y odiosamente guapo. Pero no podía ser mas gilipollas.
Al menos algo había salido bien ese día: Cris y yo ya teníamos nuestros ansiosos vestidos, que dentro de dos o tres días llegarían a casa envueltos entre papeles de seda dentro de una caja blanca. Morgan ya estaba harta de nuestras quejas así que nos había dejado elegir. “Ya veras tu madre, Lisbeth.”, había dicho. Bah, mi madre estaría demasiado ocupada con los últimos preparativos de la boda como para darse cuenta de que no era su horrible diseño el que llegaba a casa.
Ahora estábamos en el Mcdonal’s, disfrutando de su grasienta comida y del esplendido día que hacía.
-          Si tu lo dices…- masculló Cristina, antes de morder su hamburguesa.
* * *
Ya oscurecía cuando llegué al ático de mi madre. Ese ático que había comprado copn la herencia de su padre, cuya gran parte mía, y tras vender su casa de Italia. “Me trae demasiados recuerdos”, decía siempre mi madre. Mentira. Lo único que quería era parecer rica ante las amistades de su nuevo trabajo en aquella revista de moda. Y la única manera de lograrlo, aparte de por la ropa que compraba por internet, ya que era mas barato, era comprándose el ático duplex en aquel nuevo edificio tan lujoso y para ello necesitaba dinero. Mucho dinero. Yo incluso había dejado de hablarle durante meses por vender la villa en la Toscana Italiana de mi padre, que antes había pertenecido a mis abuelos, y antes de estos a mis bisabuelos.
-          ¡Ya estoy en casa, mamá!- grité al entrar por la puerta.
No hubo respuesta, (para variar) así que subí las escaleras hacia mi habitación y puse los altavoces de mi Ipod al máximo mientras me tumbaba en la cama.
Contemplé mi cuarto. Mi madre me había cedido el dormitorio mas grande del ático solo para que me sintiera mejor. Hipócrita. Lo hacía porque le reconcomía la conciencia por gastarse mi dinero y vender mi casa para parecer rica. Las paredes, de un color pistacho se amoldaban a la perfección con la ropa de cama color lavanda y las cortinas del dosel blanco que pertenecía a esta. Varias foto de gran tamaño decoraban las paredes en ves de cuadros. Fotos mías con mis amigos, recuerdos de experiencias inolvidables. Era tan acogedora y tan bonita. Me encantaba mi habitación. La semana que viene ya no dormiría en su cómoda gran cama. No. Después de la boda nos mudaríamos a la mansión de Richard. Mi madre tenía lo que quería: un guapo y además millonario esposo. Porque, a pesar de sus charlas con lo de “Amo a Richard de verdad” o “Si fuera pobre le seguía queriendo”, yo sabía que no era cierto, que mi madre solo había amado a mi padre y que si se casaba con él era solo para tener dinero que poder gastarse para no pensar en papa. Tenía que ser eso. Me negaba a creer que había remplazado al honesto, cariñoso y cabezota de mi padre por ese insulso ricachón.
La canción que estaba escuchando finalizó y comenzó otra. Los primero acordes de esta me eran familiares, claro, era el principio de la 6 sinfonía de Bach, eso sí, convertido a la electrónica, pero al fin y al cabo, las notas clásicas. Un agudo dolor en mi cabeza comenzó a brotar a partir de esas notas. Me llevé las manos a la frente y me la froté con brusquedad. El pitido que apuñalaba mis tímpanos dejaba a la canción, que ya iba por el estribillo y había dejado la base clásica a un lado,  en un segundo plano. Me rasqué fuertemente la cara interior de la muñeca, me picaba a horrores. Después, un rayo de luz negro se cernió sobre mí.

4 comentarios:

  1. Soy la primera en comentaaar!!
    Me encanta tu historia y eso k solo llevas 3 capitulooos!! me gusta com ote expresas i como lo describes todo!!
    solo ai una cosa k no entiendo, lo que habia salido en el capitulo dos de una vision o algo asii...
    y porque tiene podereees¿?¿? me encata lo de la fantasia y todo esoo!!
    besitoooos!!

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  2. dios me encanta!! qien sera el chico ese q aparecio jajajaj que ganas d leer el siguiente! un beso (:

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  3. ay no esperaaa!! k no me abia leido el prologo jajaja no lo habia visto!! lo sientooo! XD jaja

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  4. jajaja No pasa nada, guapa, de todas maneras ya se vera mas adelante porque tiene esas visiones y tal(:
    Me alegra que oos guste :D

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