martes, 17 de enero de 2012

Capitulo 5.

Mi niña, mi preciosa Elisabetta Venere Smith.
Mi Elisabetta… ¿Sabes? Tu madre quería llamarte Grettel, como esa actriz que le gusta tanto, pero la convencí de llamarte Elisabetta, como mi abuela. A tu madre no le hizo mucha gracia, pues ella siempre se opuso a que me casara con una Norteamericana y no con alguien de nuestra tierra, de Italia, pero en fin… esa es otra historia, pequeñaja.
Te escribo porque se que voy a morir. Sí, se que le estarás dando mil vueltas a esa cabecita tuya, pero ahora no te puedo decir por qué lo sé. No se si moriré mañana, o dentro de siete meses, quizás cuando tu ya tengas los doce años, o tal vez cuando cumplas los veinte. No lo se con certeza, por eso le he dejado esta carta a mi amigo C. V. H. Él siempre cuidará de ti. Siempre. Si cuando cumplas los quince yo ya no estoy aquí… esta carta la recibirás. C.V.H se encargará de ello. Pero bueno, no me entretengo más.
Desde que naciste supe que eras especial, Elisabetta, lo supe desde que vi tus verdes ojos o me sonreíste con tu boquita rosada. ¡Eras tan bonita! Cuando te sostuve en mis brazos por primera vez… fue algo maravilloso, pequeñaja. Empezaras a notar cambios en tu cuerpo. A tener mareos y fuertes dolores de cabeza. Pero tranquila, se te pasaran antes de tu decimosexto cumpleaños. Seguramente te preguntaras a que se deben, pues fácil: Se deben a que no eres una simple humana mas. No eres como tu madre, no eres como tu amiga Giuletta, no eres como el cartero DiFilippo. No. Por tu sangre corre algo más, por tu sangre corre una fuerza. Una magia especial. Pero debes tener cuidado, pues es una magia oscura. Una magia muy poderosa.
¿Te acuerdas cuando eras pequeña? Yo te enseñaba a que las flores flotaran a tu alrededor, a que tu muñeca viniera a ti, incluso a que pudieras corre tan rápido como un avión. Esos recuerdos, esas enseñanzas, están ocultas en un rinconcito de tu mente, solo tienes que despertarlas… Sé que podrás hacerlo, pequeñaja. Lo sé. Mi pequeñaja deberás…
Un ruido sordo, contra la puerta de mi cuarto, me hizo pegar un brinco. Oculté los papeles arrugados, de tanto leerlos, que estaba leyendo bajo el un cojín, mientras pronunciaba: “Adelante”. La roja cabellera de Marga apareció por la puerta. Vestía el uniforme de sirvienta que mi madre tanto había insistido en que tenía que llevar.
-         Señorita, acaba de llamar su madre…
-         ¡Te he dicho mil veces que me tutees, Marga!- dije mentiras dejaba  caer mi espalada sobre la mullida cama.
-         Ya.. pero su madre…
-         Mi madre no está. Nunca esta- mi voz sonó amarga.
Marga se pasó un mechón de su rizado cabello tras la oreja. Tenía uno o dos años mas que yo. Trabajaba en el ático a media jornada para poder costearse sus estudios. A veces la admiraba por hacer todo lo posible por conseguir su sueño de ser una importante empresaria; otras la envidiaba.
La doncella asintió.
-         Tu madre me ha dicho que dentro de una hora pasará la limusina de los Van Harse a por ti.
-         ¿Limusina? ¿Enserio? ¡Puuaaaajjj! ¿Se puede ser mas narcisista?- resoplé.
-         No deberías decir eso, tu madre… tu madre ha insistido en ir en limusina.
-         Lo sé, Marga, Richard es demasiado reservado para querer llamar tanto la atención.
Me levanté de la cama y me dirigí al armario. Saqué un pantalón pitillo negro y una blusa. Cuando estaba apunto de desvestirme, Marga me interrumpió:
-         Em.. Elisabetta.. tu madre ha hecho traer un vestido para esta noche. ¿Te lo traigo?
Suspiré.
-         Vale, gracias Marga.
¿Un vestido? ¡¿Ha mandado hacer un vestido para una simple cena de familia?! A veces flipaba con mi madre. Se habría gastado mas de lo que cobraba ella con su sueldo de becaria, cuando vivíamos en Italia, en un vestido que pocas veces podría lucir. Al menos esperaba que no lo hubiera diseñado ella.
Aproveché que no estaba Marga para guardar la carta de mi padre. Esas cinco hojas escritas con su perfecta caligrafía. Las había leído mil y una vez. Pero no. En ellas no hacía referencia a esas extrañas visiones.
* * *
El metre nos sentó en una gran mesa, vestida en negro y turquesa, en una de las zonas VIP de Rick & Rock. Richard, como buen caballero que era, le retiró la silla, a la izquierda de la cabeza de la mesa, a mi madre. Llevaba puesto un traje negro con pajarita, no el típico traje de negocios que solía llevar. Se sentó en la punta, presidiendo a la familia. La verdad era que se veía a leguas que Daniel, Valerie y Alice no eran mis hermanos. Ni Richard mi padre. Todos ellos con el pelo tan negro y los ojos tan grandes e intensos, todos realmente atractivos. Mientras que mi madre, alta y rubia, resaltaba con su traje color burdeos junto a Richard. Yo, por mi parte, me sentía pequeñita junto a ellos, como insignificante. Daniel se sentó frente a mí, a su lado Alice. Y Valerie al mío. Él vestía un vaquero oscuro y una chaqueta de traje, estaba tan arrebatador…Por su parte, Alice, que a duras penas se diferenciaba de su hermana gemela (solo porque ella tenía un lunar sobre el pómulo derecho), llevaba un minivestido globo en tonos rosados, anudado en el cuello con un lazo de satén. El vestido blanco de estilo griego resaltaba el bronceado de Valerie, ella, llevaba el cabello en un moño entrelazado, confeccionado por diminutas florecillas blancas. Un vestido realmente hermoso pero que yo nunca me pondría: ese color tan claro no quedaría bien con mi piel marfileña.
Yo, con mi vestido verde claro, que hacía juego con mis ojos y con el cabello semirecogido por delante en un rápido apaño que me hice con horquillas mientras bajaba por las escaleras dirección a la puerta, me sentía fuera de lugar.
Vale, si, tenía que reconocer que el lujo no me desagradaba, es mas, tenía su puntillo, pero sentada allí, junto a mi nueva familia, todos ellos tan acostumbrados a las tarjetas de crédito sin limite o a tener su propio spa en casa, me sentía rara. Hasta mi madre parecía que encajaba en ese mundo de gente alta y esbelta, con algunos retoques de botox o implantes capilares.
Nos dieron las cartas, encuadernadas en cuero negro, y si, como me había temido no entendía ni papa de lo que ponía. En el instituto había estudiado francés y me defendía bastante bien, pero esa extrañas palabras compuestas… a lo mejor decía “botúa de corol” pensando que era una ensalada de col y me traían un lenguado con guarnición. Al fin reconocí un  nombre, y no por las películas americanas en las que la protagonista siempre lo pedía por equivocación y al enterarse de que era le entraban ganas de vomitar.
-         Yo tomare escargol, con salsa por favor- dije, cerrando la carta de primero sobre la mesa.
Alice soltó una risita y me miró extrañada.
-         ¿Escargol? ¿Acaso sabes lo que es?- me soltó con descaro.
-         Claro- me limite a responder, pero al ver la mirada que me dirigió, como si esperara a que me lo trajeran para que yo pusiera cara de asco y ella reconociera ante todos que yo no sabia lo que era y así dejarme mal, añadí- me encantan los caracoles, la madre de mi amiga Giuletta los hacia buenísimos.
Al oír en nombre Giuletta mi madre se estremeció. No porque tuviera nada en contra de la pecosa y sinvergüenza Giuletta, sino porque eso le recordó a Italia. A mi padre.
Alice arrugó la nariz y pidió algo que después de orilo miles de veces yo seguía siendo incapaz de pronunciarlo.
Tras pedir todos, Valerie se levantó, me hizo un gesto para que la siguiera, yo me excusé y las dos nos dirigimos al baño. Bueno, si a ese enorme y minimalista espacio se le podría llamar solamente “baño”. ¡Si era mas grande que mi habitación cuando vivíamos en el pequeño piso al que nos mudamos desde Italia!
Valerie comprobó su apariencia en el espejo, y se retocó los labios.
-         Has dejado a Alice sin palabras- entreabrió un poco sus finos labios y se pasó varias veces la barra labial rosa por ellos- te felicito, a veces ni yo soy capaz.
Le sonreí. Si Alice era arrogante y malcriada, Valerie era todo lo contrario. Si no hubiera sido por ella y, en cierta medida, por Daniel, yo ya hubiera mandado a la mierda las cenas familiares hacia tiempo.
-         Sé que es tu hermana, pero te aseguro que a veces me resulta insoportable- por primera vez en la noche, después de enfundarme el vestido en un segundo, me mire en el espejo.
Cuando llegó el vestido, ya estaban llamando al timbre el chofer. Richard odiaba la impuntualidad, asi que me lo puse corriendo, sin ni siquiera pararme a mirar en el espejo, me calcé de camino a una caja que contenía horquillas, y estas, me las puse mientas bajaba por las escaleras. Confiaba en que el experimento no me hubiera salido demasiado mal. Intenté retocarme un poco el cabello en el retrovisor de algún coche, cuando parábamos, pero después de la inecustrable mirada que me había echado mi madre en plan “para de dejarme en evidencia”, desistí. Ni siquiera me había dado tiempo a maquillarme, aunque confiaba en que me quedará un poco de rímel de esa mañana.
-         Exactamente por que es mi hermana, sé que es insoportable- guardó la barra de labios en su bolso de mano- y no a veces, sino siempre. O al menos la mayoría del tiempo.
Me encogí de hombros.
Se me habían soltado algunos mechones que me daban un toque desenfadado. Al fin y al cabo, recogerme los laterales con horquillas no había sido tan mala idea. Aunque hubiera estado mucho mejor con algo de maquillaje.
-         ¿Quieres?- Valerie señaló con el mentón su bolsito.
Asentí.
Un segundo después las manos de Valerie obraban maravillas sobre mi rostro. Me había puesto un eye liner negro y lo había difuminado, confundiéndolo con el verde que había pintado sobre mis parpados móviles. Todo ello daba un toque ahumado a mis ojos, resaltándolos. Me puso un poco de gloss brillantes en los labios y nada mas.
-         Con esto servirá, ten en cuenta que si destacamos los ojos no podemos poner un color fuerte en los labios, ni mucho colorete- Valerie sonrió antes la obra maestra que acababa de crear en mi rostro.
Me miré en el espejo. Al principio me costó reconocerme, ya que me veía realmente hermosa. Y yo nunca me había visto guapa.
-         Gracias, Valerie.
-         No me las des, es cierto que el maquillaje ayuda bastante, pero si el rostro es bonito, como en este caso, el resultado es espectacular- me sonrió.
En un impulso me abalancé sobre ella y la abracé. Había tenido amigas que habían sido como hermanas, pero nunca una hermana de verdad. Y me gustaba que Valerie se estuviera convirtiendo en ello.
-         ¡Gracias, gracias, gracias!- grité mientras nos abrazábamos.
-         ¡De nada, de nada, de nada!- soltó entre risas.
Tras separarnos nos acomodamos un poco los trajes y rompimos a reír sin sentido.
-         Sera mejor que volvamos, Lis, te aseguro que esa comida fría no vale para nada- Valerie se dirigió hacia la puerta y la entreabrió.
Pensé que iba a salir cuando de repente se giró bruscamente, sin que su perfecto recogido se despeinara un milímetro, y me hizo un gesto para que me acercara.
-         El que esta sirviendo junto a la venta, el de pelo marrón- me susurró.
Me asomé y tras descartar varios camareros mi vista se posó en uno en concreto que estaba sirviendo a una pareja octogenaria junto a un ventanal. Llevaba el pelo marrón y corto, estilo militar, y tenía la nariz recta, incluso a esa distancia se apreciaba el gris de sus ojos. Era realmente guapo y ese aire de “malote” le sentaba genial.
-         Esta tremendo, ¿no crees?- Valerie me miró de soslayo.
-         ¡Dios! Claro que si- reí por lo bajo, me sentía un tanto extraña hablando de chicos con ella, nuestra conversaciones no solían variar de ropa, pelis, música o alguna anécdota divertida. También era cierto, que solo nos veíamos en las cenas familiares, y delante de nuestros padres no podíamos hablar libremente.
-         Vamos.
Susurré un “¿adonde?” que Valerie no pareció escuchar, mientras me cogía del brazo y me arrastraba dirección al camarero. Definitivamente estaba loca.
-         Hola- su rostro dibujo una deslumbrante sonrisa, con hileras de dientes perfectos y blancos.
-         Hola- el camarero nos miró sorprendido- ¿deseáis algo?
-         Yo si- Valerie se acercó un poco a mas- a ti.
El camarero parecía que no sabia donde meterse.
-         En ese caso, lo podemos resolver- dijo pasándose una mano por la nuca y sacudiéndose el cabello- a las doce acaba mi turno, podemos ir a esa discoteca que han abierto nueva.
-         Perfecto- Valerie volvió a sonreír. Dios, ¿Qué pasaba? Que ningún Van Harse podía estar mas de medio hora sin sonreír?- Llévate a un amigo, ya sabes, para ella.
-         Eso esta hecho.
Encima me buscaban pareja. Mi cara en ese momento debió de ser épica.
Tras la furtiva mirada de un obeso hombre, el camarero, hizo ademan de volverse, pero no sin antes susurrar:
-         Os espero en la puerta trasera- dio unos pasos mas y antes de perdeser de nuevo añadió- por cierto, mi nombre es John.
-         ¡Valerie!- gritó mi hermanastra.
John no se volvió, y tomó apuntes de otra mesa que estaba bastante alejada.
-         ¿Lo ves? Ya tenemos plan para esta noche.
-         Sí, pero te recuerdo que son las once menos cinco- dije mirando el reloj que colgaba del techo- y aun no nos hemos tomado ni el primer plato.
Valerie y yo nos dirigimos hacia la mesa.
-         Eso lo arreglaremos, déjamelo a mi.
Cuando lleguemos una camarera con una alta cola de caballo estaba sirviendo los primeros.
Aburrida. Si una palabra describiera la cena hubiera sido esa: ABURRIDA. Lo único que valía la pena era la comida y eso que la daban en pequeñísimas raciones (¡ni que fuéramos enanitos!) jamás comprendería esta nueva moda de las micro comidas.
Casi eran las doce, apenas faltaban cuatro o tres minutos. Valerie trató de convencer a Richard que se negaba rotundamente.
-         Déjanos ir- le miré directamente a los ojos- por favor.
Las pupilas de Richard se dilataron y asintió.
-         Esta bien- murmuró.
Valerie le dio mil y una vez las gracias y salimos. Apoyados contra la pared, al lado de la puerta trasera de Rick & Rock se adivinaban dos sombras. Antes de llegar Valerie me detuvo y me escrutó con la mirada.
-         Has usado la magia con mi padre.
Me quedé sin palabras.

4 comentarios:

  1. dios como mola! esa ultima frase la de Valerie, dios ha sido genial. quiero saber que pasa!! espero el siguiente con impaciencia! un beso :D

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  2. Aii me encantaaaa!! que intriga con la ultima fraseee!!
    jajaj geniaaaal!!
    el siguiente pronto porfaaa!!! besoos!! :)

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  3. Me ha encantado¡ :3
    intenta poner el siguiente pronto porque está genial ^^
    Besos

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  4. Me alegro mucho que os alla gustado(: Ahora subo el siguiente jaja Y perdon por las faltas pero no me dio tiempo a corregirlas ;$

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