lunes, 19 de marzo de 2012

Capitulo 15.

Cuando abrí los ojos, el sol estaba oculto tras unas nubes de un color grisáceo. Tardé unos segundos en darme cuenta que me movía, en fijarme que dejaba atrás arboles y mas arboles, pero sin embargo mis piernas no se movían. Giré la cabeza, y hundí la cara en un cuello conocido. Sin verle el rostro supe que el que me llevaba en volandas era Jack. Sentía un intenso dolor en la comisura de los labios. Flashes de lo que había pasado sacudieron mi mente como un remolino, arrastrando todo consigo. Por fin me atreví a mirar hacia los dorados ojos de Jack. Aguanté la respiración al ver el corte en su sien, su nariz sangrando, el moratón en el pómulo. Como si hubiéramos pensado en lo mismo, en cuento alcé la mirada, el hizo lo mismo con la suya. Nuestras miradas se cruzaron.
-          Estas despierta…- dijo Jack- menos mal, ya empezaba a preocuparme.
¿Preocuparse? ¿Por qué? Entonces recordé el codazo que había recibido por parte de Daniel en la boca. Sentía la sangre en la lengua.
-          ¿Preocuparte? Eres tu el que ha recibido una paliza- me costaba hablar.
Tragué saliva.
-          No te esfuerces en hablar, tranquila dentro de poco dejara de dolerte.
Otra vez estaba cambiándome de tema.
Cerré por un instante los ojos, para ver si así suavizaba el dolor que sentía en la boca. Cuando los volví a abrir me encontraba acomodada sobre una cama, semitumbada, con la espalda apoyada sobre un cojín. La vista se me nubló un poco al principio, luego pude distinguir ya con nitidez el atlético cuerpo de Jack acercándose a mi con un maletín en la mano. Se sentó en el borde de la cama y abrió el maletín. Sacó de él una gasa y la mojó con agua oxigenada. La palpó con delicadeza y extremo cuidado sobre la comisura izquierda de mi labio. Era allí donde el dolor era mas agudo.
-          ¡Auch!- me quejé. A pesar de la suma delicadeza con la que Jack me lo curaba me dolía.
-          Lo siento…- murmuró Jack, mientras cambiaba la gasa llena de sangre por otra.
Me restregó la gasa, esta vez empapada en betadine, por el labio.
-          Esto ya esta…- susurró Jack- ¿te duele?
-          Un poco.
Jack alzó la mano y la colocó a pocos milímetros de mis labios. Concentró sus ojos en mi boca de piñón. Si no fuera por el dolor que sentía nada me hubiera podido evitar que me lanzara a él, dispuesta a besarlo. Se encontraba con el pelo alborotado y estaba irresistiblemente sexy. Busqué indicios de la pelea en su rostro, las magulladuras que había visto mientras me llevaba en brazos, pero lo único que hallé era una pequeñísima, casi invisible, cicatriz en la sien.
Unos segundos después el dolor comenzó a disminuir. Jack me tendió un espejo. Ya casi no tenía rastro de la herida en el labio.
-          ¿Qué me has hecho?
-          Un conjuro, ¿te sigue doliendo?
Me lamí los labios, en busca de sangre, que no hallé.
-          Un poco, pero nada en comparación con lo que me dolía antes- dije- ya ni me molesta al hablar.
Jack sonrió con alivio.
-          Gracias- le dije.
Jack me miró por unos segundos directamente a los ojos, después desvió la mirada y guardó las cosas de nuevo en el maletín. Se levantó, se metió en una habitación, oí unos ruidos y después salió con las manos vacías, ni rastro del maletín.
-          Tu cara.. antes estaba…
Jack endureció el rostro.
-          Magia, Lis- me dijo- de todas formas, no debiste haber detenido a Daniel, has salido perjudicada- Jack tragó saliva- y todo por mi culpa.
-          No es tu culpa,  Jack.
De pronto la mirada de Jack me parecía mucho mas vieja y experimentada que la edad que tenía.
Miré a mi alrededor. Aquella no era como mi habitación del Buchiller. Era grande y espaciosa, con baño propio y con solo una cama de matrimonio. El techo no era blanco, como en la mía, sino negro. De un negro muy profundo, casi tanto como los ojos de Jack cuando no se le reflejaba el sol. La decoración era sobria y elegante, como los despachos de abogados. “El Guernica” de Pablo Ruíz Picasso, en una versión mucho mas reducida que la original, descansaba colgado de una pared.
-          ¿Es esta tu habitación?- dije mientras miraba de soslayo la Xbox que había al lado de la tele plana de plasma.
Jack miró de un lado a otro, como si fuera la primera vez que veía aquella habitación. Cuando volvió su vista en mí sus ojos no tenían ni rastro de aquel dorado que me enloquecía.
-          No, era de mi padre.
-          ¿Tu padre? ¿Trabaja aquí?- pregunté, sorprendida- pero él no estaba…- fui incapaz de terminar la frase.
-          Trabajó aquí, hace ya algunos años.
“Algunos años”, esa frase, viniendo de Jack, podía variar desde unos 10 años hasta unos 100. Me estremecí solo de pensar que Jack podría ser mi abuelo. Deprisa desalojé ese pensamiento de mi mente.
-          ¿Quieres ver una peli?
Siempre hacía lo mismo. Siempre que la conversación giraba entorno a su familia o a su pasado cambiaba de tema. ¿Qué se creía? ¿Qué no me daba cuenta?
-          Emm.. vale- dije- ¿Cuáles tienes?
-          Muchas, ¿de que te gustan?
Me encogí de hombros. La verdad era que no tenía predilección por ningún genero cinético especifico.
-          No se… pero por favor, que no sea de Mr. Been, las odio- dije- ni tampoco muy pastelosas, no me gustan mucho las pelis románticas.
Jack se rió mientras encendía la televisión y abría el canal “Home”.
-          ¿De que te ríes?- le pregunté.
-          Eres rara- sonrió Jack.
-          No soy rara- le fulminé con la mirada.
-          Oh, claro que lo eres- me dijo- ¿y sabes qué?- se acercó a mí, y se sentó en la cama, a mí lado- es lo que mas me gusta de ti.
No pude evitar sonreír.
-          ¿Una de miedo?
-          ¿Es que quieres una escusa para abrazarme?- se jactó Jack.
-          Pues claro.
Estallamos en risas y Jack me pasó el brazo por encima de los hombros, no pude evitar ruborizarme levemente.
-          Aunque pensándolo mejor, un drama, que quiero verte llorar- dije.
-          ¡Yo no lloro con películas!- rió Jack- eso es de nenazas.
-          Bah, seguro que alguna vez has llorado con una película.
Jack me miró con incredulidad.
-          ¡Vamos! Sabes que tengo razón- le animé- mira, yo, por ejemplo, con la que mas he llorado ha sido “El diario de Noah”.
-          ¿Pero no decías que no te gustaban románticas?
-          Y no me acaban, pero fue en una fiesta de pijamas y todas querían ver al actor que la protagonizaba.
-          Ahora me dirás que tu y tus amigas sois fans de la saga Crepúsculo solo porque sale Taylor Lautner sin camiseta ¿no?
-          ¿Acaso lo dudas?- me reí.
Jack me revolvió el pelo.
-          Ahora enserio, no me gusta nada de nada la saga crepúsculo pero a mis amigas les encanta- dije- y, lo confieso, me encanta ver a Taylor Lautner sin camiseta.
-          Eso es porque no me has visto a mí- Jack me guiñó un ojo.
-          Oh, vamos, nadie esta tan bueno como él- le piqué.
-          ¿Qué no? Ahora veras una autentica tableta de chocolate.
No pude evitar reírme mientras Jack se levantaba, se ponía de pie frente a mí, y comenzaba a tararear “tariro, tariro” mientras se quitaba sensualmente la camiseta.
-          Tienes futuro como stripper- me reí.
-          Eh, no te rías, que mas de una mataría por que le hiciera un  baile como este.
Y no sabía cuánta razón tenía.
Por fin acabó de quitarse la camiseta blanca que llevaba, dejando a la vista un musculoso cuerpo. Y no, no estaba bueno, estaba lo siguiente.
-          ¿Te traigo un pañuelo? Se te está cayendo la baba.
Puse los ojos en blanco, sin quitar del todo la vista de sus marcados abdominales, mientras cogía un cojín y se lo lanzaba.
-          ¡No me seas narcisista, chico!- dije entre risas- tampoco estas tan bueno- mentí.
Se acercó a mí, poco a poco, desnudándome con su mirada. Me cogió de la mano y me arrastró de pie, a su lado, a escasos centímetros de él. Tenía sus manos en mi cintura, aproximándome a su torso desnudo. Ya no había ningún centímetro de separación entre nuestros cuerpos. La respiración se me aceleró.
-          ¿Ah, no?
-          No- dije tozuda- ni tampoco eres tan guapo, ni tampoco gustas a todas las chicas.
Jack enarcó una ceja.
-          Dime alguna- me provocó.
-          Yo, por ejemplo- mentí de nuevo.
-          ¿Segura?
Se acercó aun mas a mí, si eso era posible. Inclino la cabeza, dejando sus labios a escasos milímetros de los míos.
-          Segura- susurré, a punto de que el corazón se me desbocara.
Jack se giró de pronto, alejándose de mí, y dándose media vuelta.
-          Oh, que pena- dijo- yo que pensaba que lo que yo sentía por ti era mutuo.
No aguanté más, le agarré del hombro, girándolo, haciendo que me mirase a la cara. Y me acerqué a él, como antes.
-          ¿Sentimientos? ¿Jack Henry Van Harse siente algo por mí?- dije, con retintín.
Alcé la barbilla, como si estuviera a punto de besarlo.
No respondió, se lanzó de improvisto a besarme. Pensaba que era la única que no aguantaba aquella tortura de tenernos tan cerca sin llegar a besarnos. Sus labios se movían dulcemente sobre los míos, luego, nuestras lenguas se sumergieron en un pícaro juego, y el beso se fue tornando cada vez mas apasionado. Le rodeé el cuello con las manos, acercándolo aun mas a mí, quería sentir el calor de su cuerpo mas de cerca. Se separó unos pocos milímetros de mí, los suficientes para que pudiera mirarme a los ojos.
Comenzó a besarme el cuello con una dulzura exageradamente deliciosa.
-          Sí que lo siente- susurró muy cerca de mi clavícula.
Tres porrazos en la puerta. Luego cinco más. Alguien llamaba con demasiada insistencia.
-          Mierda…- maldijo por lo bajo Jack- ¡¿Quién es?!- gritó.
-          Soy yo, hijo, abre.
Ese era George Van Harse. Su voz era inconfundible.
-          Escóndete en el baño, Lis, y no hagas ningún ruido ¿vale?- murmuró Jack- no puede saber que estas aquí.
Asentí despacio y me dirigí al baño anexo a la habitación. El pecho me subía y bajaba a mucha velocidad y tenía la respiración un poco agitada. Dios, ese había sido el mejor beso que me habían dado en mi vida. Sin lugar a dudas.
Oí como la puerta se abría, y la cotilla que había en mí no pudo evitar poner la oreja contra la puerta del baño.
Mierda, no se oía nada. Solo susurros, intercepte palabras como “Buenas noches”, “Hablemos” o “Directora”. Pero nada en claro.
Un cuarto de hora mas tarde oí pasos, acercándose al baño. Me estremecí solo de pensar que George Van Harse pudiera encontrarme a las tantas en una habitación que no era la mía, y con un chico sin camiseta. Solo en pensar el sermón que me echaría y la bronca que recibiría por parte de mi madre, sin contar la fama de golfa, que me ganaría en el Buchiller, me ponía mala.
-          Buenas noches, abuelo- dijo Jack- gracias por decírmelo.
-          De nada, hijo, pensé que tenías derecho a saberlo.
-          Sí, ya había decidido sucumbir a la tentación.
La puerta se cerró y oí como Jack echaba el pestillo. Abrió la puerta del baño, en cuanto vi su cuerpo ante mí, aunque ya con camiseta, no me lo pensé dos veces y me abalancé sobre él, mientras susurraba un: “Por fin”. Le bese levemente sus labios con los míos, rozándolos, y pasé mis brazos por su cuello, aferrándolo a mí. Jack me puso las manos sobre los hombros y me alejó ligeramente, no me miró a los ojos.
-          Oye, Elisabetta… esto que ha pasado antes… no puede volver a pasar ¿vale?
-          ¿Qué? ¿Por qué?- dije, alterada- ¡Me acabas de decir que sientes algo por mí, Jack!
-          Basta, Lis, no me busques, no me hables, no me beses- dijo con dureza Jack, mientras miraba al suelo- no quiero saber nada mas de ti.
-          No te creo- dije, tozuda, me negaba a creer en ese cambio tan radical- mírame a los ojos y dime que ya no quieres que me acerqué a ti- dije, acercándome un poco más a él- que ahora mismo no deseas besarme- susurré.
-          No quiero que te acerques a mí…- Jack seguía sin mirarme a los ojos.
-          Mírame a los ojos, o no te creeré.
Por fin nuestras miradas se cruzaron.
-          Vete.
No me iba arrastrar, así que me di media vuelta y me fui de la habitación, iba a soltar un “pues tu te lo pierdes” o un “tampoco besas tan bien” o un “¡ahí te pudras!”, pero sabía que si decía eso Jack captaría que estaba dolida, y no pensaba darle esa satisfacción.
Le odiaba, ¿Cómo podía ser así? Me besaba y luego, luego ¡me echaba de su cuarto! ¿Qué había hecho mal? O acaso ¿le habría dicho algo su abuelo? No, su abuelo no le podía decir nada sobre mí, apenas hablábamos. Sentí las lágrimas en mis ojos, que amenazaban con derramarse de un  momento a otro. Quería salir de este sitio, de este infierno. Eché a correr y salí del Buchiller, a pesar de que las lagrimas me nublaban la visión. No aguanté mas y lloré. Lloré como nunca había llorado por un chico. Lloré hasta quedarme sin aire, allí, acurrucada contra un roble, con la Luna reflejándose en sus hojas.
-          ¿Hay alguien ahí?- oí que decía una voz.
Me tapé la boca con la mano, para evitar mis sollozos. No quería que nadie me viera llorando, no me gustaba que me vieran llorar.
-          ¿Hola?
La voz pareció alejarse, di gracias a Dios por ello. Suspiré de puro alivio entre la cascada de lagrimas que azotaba mis mejillas.
Cerré los ojos y escondí la cabeza entre mis rodillas, evadiéndome del mundo.
-          ¿Lisbeth? ¿eres tú?
Sin levantar la cabeza supe que alguien se había acuclillado a mi lado. Posó una mano sobre mi hombro.
-          ¿Qué te pasa? ¿Necesitas algo?
Esa voz, esa voz no me sonaba de nada. ¿Cómo sabía mi nombre si ni siquiera yo podía identificar su voz?
-          Eh, vamos, seguro que no es tan malo- dijo la voz, era un chico- ven, vamos a limpiarte esa carita y luego nos tomaremos un chocolate caliente ¿vale?
Alcé un poco la cabeza, pero sin llegar a verle la cara. Solo veía sus Converse negras, desgastadas y un pantalón vaquero.
-          Vamos, anímate- me zarandeó un poco.
Levanté del todo la cabeza. Debía de tener un aspecto horrible, con todo el rímel corrido y el pelo despeinado. Su mirada azul se cruzó con la mía. ¿Dereck? Sí, era él, lo supe en cuento vi su gorra de los “Orlando Magic”.
-          Venga, vamos, demos una vuelta- me cogió de la mano y me levantó.
Asentí y me restregué los ojos con los puños de la manga.
-          Ten, hace frío- Dereck se quitó la chaqueta y me la tendió- por la noche siempre refresca aquí.
-          Gracias- dije mientras me ponía su chaqueta de beisbol, las palabras se me atragantaban en la boca.
-          Será mejor que vayamos dentro, el toque de queda ha sonado hace horas.
-          No quiero ir dentro…- murmuré.
-          Esta bien… vamos al gimnasio.
Me encogí de hombros. No tardamos mucho en llegar a aquel enorme edificio de granito blanco, con grandes pancartas colgando de sus paredes.
-          Este es el único lugar en el que si nos pillan no nos amonestaran.
-          ¿Por?
-          Tengo permiso de mi tía para entrenar aquí.
-          Ya pero dudo que la directora caté las ordenes de tu tía.
-          Oh, si que lo hace- Dereck sacó una llave de su bolsillo- ya que ella es mi tía.
No pude disimular mi sorpresa. Dereck introdujo la llave en la cerradura y abrió la gran puerta doble de cristal.
-          Debe ser genial ser el sobrino de la directora- dije mientras entrabamos- puedes hacer lo que te de la gana.
-          No creas, soy su único sobrino así que sus esperanzas puestas en mi son demasiado elevadas.
Hice una mueca. Sabía lo que se sentía al tener que ser el mejor en todo para que alguien estuviera orgulloso de ti.
-          Pero también tiene su lado bueno, como una llave maestra de todas las habitaciones- dijo mientras hacía girar el juego de llaves en su índice.
-          ¿Todas, todas?
-          Todas, todas.
-          ¿También la de mi habitación?
-          Jaja, si, también.
-          A saber a cuantas chicas espías por la noche- me reí.
-          No te puedes hacer ni una idea- rió Dereck.
Nos sentamos en las gradas. Aquel gimnasio estaba al completo en cuanto a maquinaria y demasiado organizado, quizás. Bajo a nosotros teníamos colchonetas, anillas, barras de equilibrio y demás instrumentos para la gimnasia rítmica, una puerta azulada daba a una sala llena de maquinas típicas de gimnasio.
-          Veras, Lisbeth, quería hablar contigo…
-          ¿De qué?- le miré directamente a los ojos.
-          Veras… ha llegado a mis oído que…- se quitó la gorra y comenzó a juguetear con ella, nervioso- bueno, que te gusto. Eres una chica guapísima y muy simpática, además, pero tengo novia. Si no la tuviera claro que haría todo lo posible por conquistarte pero quiero a Sofía.
Estaba perpleja. No sabía ni que decir, así que comencé a descojonarme.
-          ¿De que te ríes?
-          ¡Dreck! ¡No me gustas! Eso son solo paranoias de Valerie- le aclaré.
Dereck comenzó a reírse también.
-          ¿Ah, sí? No sabes el peso que me quitas de encima- rió él- ya estaba incluso pensando en dejar a Sofía por ti- su voz se tornó con sarcasmo.
-          Oh, y la dejaras, ya lo veras, te enamoraras perdidamente de mí- reí.
-          Entonces eres de esas que se meten en relaciones ¿eh?- Dereck me dio un codazo amistoso.
-          ¡Claro!- le guiñé un ojo.
-          ¡Oh! ¡Pero que mala persona!
-          Mucho- reí.
Por un momento vi a Nick riéndose conmigo, él había sido mi primer amigo después de irme de Italia, y siempre nos reíamos por todo. Dereck me recordó horrores a él, y eso hizo que mi mirada se tornara triste.
-          ¿Te pasa algo?
-          No, solo que me has recordado a un viejo amigo.
-          ¿Viejo? ¡Chica, si me conservo estupendísimamente!
No pude evitar reírme de nuevo.
-          Venga, no te desanimes ahora, ¿amigos?
-          Amigos- sonreí.
Dereck sonrió dejando entrever una hilera de pequeños dientes.
-          Y, dime, amiga- recalcó la palabra amiga la cual cosa me hizo sonreír- ¿Qué hacías en el bosque llorando…?
Tragué saliva.
-          Perdón por ser tan directo, pero no puedo ocultar al cotilla que hay en mí- dijo Dereck- además, soy de confianza.
-          Digamos que… por un tío.
-          ¿Un tío? ¿Una experta en romper parejas llorando por un tío?
No pude reprimir una carcajada.
-          Todos tenemos nuestro momento ¿no?
Dereck se encogió de hombros.
-          No merece la pena llorar por los tíos, te lo digo yo, que soy uno de ellos- me sacudió amablemente el hombro- y ahora, será mejor que nos vayamos, o sino mañana no habrá quien nos levante y eso que hay excursión.
-          ¿Excursión?
-          Sí, vamos al monte y nos abandonan allí con una brújula y unas indicaciones- dijo Dereck- el primer grupo que encuentre la banderita roja y la lleve al campamento gana.
-          Ah, que guay, nos dejan en el monte como cabras para perdernos- dije con ironía.
-          ¡Que va! ¡Como ovejas!
De nuevo no pude reprimir la carcajada. Me pasé un mechón de pelo por detrás de la oreja.
-          ¿Vamos?
-          Bff… vale- dije, levantándome de las gradas- aunque, ahora me tendré que duchar con agua fría.
-          Es buena para la circulación.
-          Sí, y para que te de una hipotermia también.
-          Eso se da cuando tienes calor.
-          Lo que sea, profesor.
Bajamos las escaleras y pasamos por una barra de equilibrio, deslicé mis dedos sobre ella conforme caminábamos.
-          Si quieres puedes ducharte en mi baño, en él siempre hay agua caliente.
-          Y luego dices que no tiene nada bueno ser el sobrino de la directora.
-          Bueno, exactamente no he dicho eso, pero si que tiene sus cosillas.
-          Lo que sea, el caso es que si me das una ducha con agua caliente hare lo que me digas el resto de mi vida.
-          ¿Eso no es aprovecharse de la  buena voluntad de la gente?
-          Todos hacemos algo para recibir algo a cambio, así son los humanos.
-          Olvidas que no somos simples humanos.
Sonreí con tristeza mientras salíamos del gimnasio.
Por fin había podido olvidarme un poco de Jack, pero en cuanto salí de la habitación de Dereck, tras ducharme y reírme un rato con él, todo volvió a mí, pues en cuanto abría la puerta y la cerraba tras de mí me choque con él. Él ni siquiera se dignó a mirarme, es más, siguió su camino sin ni siquiera mirar atrás.
Notaba los pedacitos de mi corazón esparcidos por algún oscuro rincón dentro de mí.

2 comentarios:

  1. MIA!!!!!Me a encantado, x fin sale el capi nuevo, quería saber q le había pasado a Lis x q el ultimo lo dejaste hay con la intriga;)El capi nuevo es genial Mia, me a encantado todo bueno excepto el comportamiento de Jack con Lis después de que q hablara con su abuelo:)Lo mejor a sido cuando Dereck a encontrado a Lis x q mola un montón la conversación q tienen y tanbien mola q consiga un amigo nuevo=)pues eso q me encanta y es genial, quiero el siguiente x q como saves ¡¡¡¡¡me encanta la historia!!!!

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  2. ola, me encanta la historia!!!:) esta genial!! ¿podias pasarte por mi blog y darme tu opinion porfi??
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    esperare impaciente el siguiente!!! bsss

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